lunes, 4 de junio de 2007

Reseña histórica de Estación Atlántida

Los vientos del cuadrante Sur engendraron arenales costeros, las dunas amenazantes engendraron la idea de realizar forestaciones, los bosques engendraron los balnearios canelonenses, y la afluencia de turistas engendró poblaciones satélites para residencia de obreros y empleados. De esta manera nació el pueblito de la Estación Atlántida.

En este caso, las primeras forestaciones se realizaron en 1908, el Balneario Atlántida se inició en 1911, y el pueblito de la Estación surgió en 1913.

La idea de Mario Ferreira
Un empresario llamado Mario Ferreira, había adquirido los campos y arenales contiguos a los de la Compañía Territorial Uruguaya –propietaria del Balneario Atlántida- en 1909 y 1913. Su intención era crear un gran bosque que llegase desde la estación del ferrocarril hasta el borde del mar. En un claro del mismo instalaría el viñedo, en otro claro habría espacio para el jardín, los árboles frutales, el vivero forestal y su propia vivienda. La superficie de dunas, eternamente barrida por los vientos costeros, sería transformada en un vasto pinar. El modesto camino, conformado por tres segmentos rectilíneos, uniría la estación del ferrocarril con la playa. Parte del mismo es la calle A del Balneario Las Toscas y la totalidad del camino Mario Ferreira.

La importancia del tren
Por aquellos días el tren era el único nexo con Montevideo; una especie de cordón umbilical del pago recién gestado. Debemos recordar que la Línea del Este se había construido en 1895, y desde entonces, la parada ferroviaria allí instalada se llamó Estación Las Toscas porque así se denominaba la comarca entera atendiendo al nombre del vado existente en el arroyo Solís Chico (junto al actual puente de Hierro). Cuarenta años después, la parada ferroviaria pasó a llamarse Estación Atlántida.

El poblamiento de La Estación
Hacia 1913, el Balneario Atlántida había progresado lo suficiente para contar con un barrio satélite donde habitase el personal obrero. El Balneario Las Toscas no había nacido aún, pero todo hacía suponer que pronto vería la luz. Y es entonces que Mario Ferreira fracciona las tierras contiguas a la estación y comienza a vender los terrenos en cuotas accesibles para todo el mundo.

De todas maneras, como la población era muy escasa, debió colocar muchos terrenos a los amigos montevideanos; casi todos profesionales económicamente poderosos; casi todos abogados o políticos de renombre. Entre otros, Santín Carlos Rossi, Gómez Folle, los hermanos Vázquez Barriére, etc.

Cada terreno ocupaba un área de mil quinientos metros cuadrados, dimensión que hoy se considera excesiva, no obstante, tuvo su razón de ser: se pretendía que cada familia – casi todos de origen campesino- pudiese contar con sus aves de corral, su vaca lechera, su huerto y su jardín. Se tendía hacia una sana autosuficiencia, muy recomendable en aquellos y en estos tiempos.

Los primeros comerciantes
Como es natural, pronto se construyo el camino carretero que enlazaba la estación con la vieja ruta a Maldonado (actual ruta 8), y pronto surgieron algunos modestos negocios frente a las vías de ferrocarril. El primero fue la provisión de Miguel Machín, en terrenos de Constancio Vigil (todavía se mantiene parte de dicha edificación), pero más tarde se establecieron otros, cuyos propietarios provenían de los más diversos medios: Santiago Romero, Anselmo López, Diego Fuentes, Floro Andrada, Pío Ferro, Bautista Pegorraro, Sebastián Lanza, Andrés Picardo, Marchos Schutz, Belisario Pérez...

La Estación prospera mientras el balneario permanece casi desierto.

Alrededor de 1918, los pobladores permanentes del balneario eran casi inexistentes, pero en el pueblito vivían varia familias cuyos integrantes, más tarde, residieron sobre la costa. Este hecho se repitió incontables veces; la familia llegaba en búsqueda de trabajo estable, se afincaba como podía en el pueblito (de La Estación), pero después emigraba hacia el balneario procurando mejoras en su nivel de vida. Los dos centros se complementaron mutuamente desde los inicios.

Primeras familias de La Estación y las “casas de material”
Por aquella época sólo había tres o cuatro casas de ladrillos. La del Dr. Ghigliani (Administrador del Balneario), ubicada junto al actual Colegio Ntra. Sra. del Rosario, fue la primera, y la del Coronel De los Santos, a otro extremo del pueblo, fue la segunda. Las Azoteas de Arbelo y la de Galimberti (donde funcionó la escuela N° 75 hasta la década del 50) se construyeron poco después.

En cuanto al fundador de la localidad
Durante muchos años Mario Ferreira alternó su residencia entre Montevideo y la chacra de La Estación. En 1929 creó el Balneario Las Toscas y más tarde el balneario Parque del Plata. Posteriormente se retiró a su vivienda montevideana.

La casa de Mario Ferreira ya no existe. Sus restos apenas pueden advertirse dentro del predio ahora conocido como El Rancho, a poco más de media cuadra de la calle N° 8 (El Tala), pero todavía se mantienen en pie sus araucarias Brasileñas y sus palmeras de Canarias.

Fuentes:

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